Dentro de los libros que componen el Antiguo Testamento y la Torá, la figura de Moisés líder profeta y legislador del pueblo judío, es icónica por cuanto significa para la historia de este pueblo y el contexto histórico que se narra en la Biblia. Moisés era hijo de Lojebed y Amram. Según un edicto faraónico todos los hijos de los judíos en Egipto deberían ser arrojados a las aguas del río Nilo. Miriam su hermana, tomó una cesta de mimbre y la untó con brea para que flotara en las aguas del Nilo. Mientras la hija del faraón se bañaba encontró al niño y Miriam le pidió que lo adoptara poniéndolo al cuidado de una mujer judía.
Siendo la propia madre de Moisés quien cuidara de su propio hijo adoptado por la corte del faraón. Siendo criado como uno de los miembros de la familia real de Egipto, siempre tuvo predilección por sus congéneres judíos. En una ocasión mientras un grupo de judíos trabajaba, el capataz egipcio golpeo de manera brutal al esclavo. Moisés sin poder tolerar la situación hizo justicia por mano propia, asesinando al capataz egipcio y ocultando bajo la arena el cuerpo. Moisés fue delatado y el faraón dio orden de apresarlo.
Buscando refugio llegó a Madián donde fue acogido y empezó a hacer su vida como pastor de ovejas. En cierta ocasión mientras conducía un rebaño en el monte Horeb, se fijo de repente en una zarza que ardía de manera extraordinaria, sin ser consumida por el fuego. Cuando se intentó acercar más para ver el prodigio, una voz le dijo: «Moisés, quítate tus sandalias y no te acerques pues estás en tierra sagrada». Luego volvió a dirigirse a Moisés: «Yo soy Yahveh, Dios de Abraham, de Jacob y el Dios de tus padres».
Dios le encomendó la misión de regresar a Egipto para liberar al pueblo hebreo bajo el yugo del faraón. Sin embargo Moisés por ser tartamudo no se consideraba con las cualidades necesarias para liderar al pueblo judío. Dios le dijo que le daría los instrumentos necesarios para llevar a cabo su misión. Moisés llevaba consigo un cayado para guiar a las ovejas. Dios le dijo que lo arrojara al suelo y enseguida lo convirtió en una serpiente. Luego Dios le dijo que metiera su mano bajo el manto; al sacarla era tan blanca como la nieve que parecía que tuviera lepra.
Así Dios le dijo a Moisés que por medio de estos prodigios haría que el pueblo israelita le creyera. Pidió permiso a Jetro su suegro de regresar a Egipto. Allí Moisés se encuentra con su hermano Aarón y se dirigen al faraón. Ante los ojos de éste Aarón echó al suelo su cayado y se convirtió en una serpiente. Los sabios consejeros del faraón hicieron lo propio y la serpiente en que se había convertido la vara de Aarón devoró al resto. El faraón se resistió a dejar libre a los israelitas. Luego de esto, Yahveh lanzó sobre Egipto las diez plagas. Aarón tocó con su vara las aguas del Nilo que se convirtió en sangre, luego salieron del rio las ranas y se propagaron por doquier. Aarón lanzó al aire el polvo y luego se convirtió en jejenes. Luego una plaga de moscas, seguida de la muerte del ganado y un puñado de cenizas que arrojaron al aire Aarón y Moisés hizo que animales y personas tuvieran horribles llagas. Luego vino una vasta granizada sobre Egipto, una plaga de langostas que devoraron todo y una oscuridad densa que duró tres días y no afecto a los israelitas.
La última y peor de la plagas de Egipto fue la muerte de todos los primogénitos de hombre y animal. Dios dijo a Moisés que aquel pusiera en los dinteles de las puertas sangre de cabrito y al enviar a su ángel de la muerte mataría al primogénito de los lugares donde no viera la sangre. Luego de esto, el faraón dejó libre al pueblo israelita. El faraón sin embargo siguió a los israelitas por el desierto. Dios protegió a su pueblo ocultándolos tras una nube, y finalmente, abriendo las aguas del mar Rojo cruzaron y luego hizo que los ejércitos del faraón se ahogaran. En el desierto los israelitas querían volver a Egipto por lo que Dios los castigó vagando por cuarenta años.
En el monte Sinaí Dios entregó las leyes en dos tablas con los diez mandamientos de la ley. Cuando ya ha avanzado el tiempo, Moisés luego de la muerte de Aarón su hermano, pone como sucesor suyo a Josué para que los lleve a la tierra prometida por Dios. Antes de que Moisés muera asciende al monte Nebo en la tierra de Moab, desde donde puede contemplar por última vez la tierra donde el pueblo de Israel va a establecerse.
Siendo la propia madre de Moisés quien cuidara de su propio hijo adoptado por la corte del faraón. Siendo criado como uno de los miembros de la familia real de Egipto, siempre tuvo predilección por sus congéneres judíos. En una ocasión mientras un grupo de judíos trabajaba, el capataz egipcio golpeo de manera brutal al esclavo. Moisés sin poder tolerar la situación hizo justicia por mano propia, asesinando al capataz egipcio y ocultando bajo la arena el cuerpo. Moisés fue delatado y el faraón dio orden de apresarlo.
Buscando refugio llegó a Madián donde fue acogido y empezó a hacer su vida como pastor de ovejas. En cierta ocasión mientras conducía un rebaño en el monte Horeb, se fijo de repente en una zarza que ardía de manera extraordinaria, sin ser consumida por el fuego. Cuando se intentó acercar más para ver el prodigio, una voz le dijo: «Moisés, quítate tus sandalias y no te acerques pues estás en tierra sagrada». Luego volvió a dirigirse a Moisés: «Yo soy Yahveh, Dios de Abraham, de Jacob y el Dios de tus padres».
Dios le encomendó la misión de regresar a Egipto para liberar al pueblo hebreo bajo el yugo del faraón. Sin embargo Moisés por ser tartamudo no se consideraba con las cualidades necesarias para liderar al pueblo judío. Dios le dijo que le daría los instrumentos necesarios para llevar a cabo su misión. Moisés llevaba consigo un cayado para guiar a las ovejas. Dios le dijo que lo arrojara al suelo y enseguida lo convirtió en una serpiente. Luego Dios le dijo que metiera su mano bajo el manto; al sacarla era tan blanca como la nieve que parecía que tuviera lepra.
Así Dios le dijo a Moisés que por medio de estos prodigios haría que el pueblo israelita le creyera. Pidió permiso a Jetro su suegro de regresar a Egipto. Allí Moisés se encuentra con su hermano Aarón y se dirigen al faraón. Ante los ojos de éste Aarón echó al suelo su cayado y se convirtió en una serpiente. Los sabios consejeros del faraón hicieron lo propio y la serpiente en que se había convertido la vara de Aarón devoró al resto. El faraón se resistió a dejar libre a los israelitas. Luego de esto, Yahveh lanzó sobre Egipto las diez plagas. Aarón tocó con su vara las aguas del Nilo que se convirtió en sangre, luego salieron del rio las ranas y se propagaron por doquier. Aarón lanzó al aire el polvo y luego se convirtió en jejenes. Luego una plaga de moscas, seguida de la muerte del ganado y un puñado de cenizas que arrojaron al aire Aarón y Moisés hizo que animales y personas tuvieran horribles llagas. Luego vino una vasta granizada sobre Egipto, una plaga de langostas que devoraron todo y una oscuridad densa que duró tres días y no afecto a los israelitas.
La última y peor de la plagas de Egipto fue la muerte de todos los primogénitos de hombre y animal. Dios dijo a Moisés que aquel pusiera en los dinteles de las puertas sangre de cabrito y al enviar a su ángel de la muerte mataría al primogénito de los lugares donde no viera la sangre. Luego de esto, el faraón dejó libre al pueblo israelita. El faraón sin embargo siguió a los israelitas por el desierto. Dios protegió a su pueblo ocultándolos tras una nube, y finalmente, abriendo las aguas del mar Rojo cruzaron y luego hizo que los ejércitos del faraón se ahogaran. En el desierto los israelitas querían volver a Egipto por lo que Dios los castigó vagando por cuarenta años.
En el monte Sinaí Dios entregó las leyes en dos tablas con los diez mandamientos de la ley. Cuando ya ha avanzado el tiempo, Moisés luego de la muerte de Aarón su hermano, pone como sucesor suyo a Josué para que los lleve a la tierra prometida por Dios. Antes de que Moisés muera asciende al monte Nebo en la tierra de Moab, desde donde puede contemplar por última vez la tierra donde el pueblo de Israel va a establecerse.
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