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El Conde Montecristo - Alejandro Dumas
El gran día
Campiña y Mochilo
Dire Straits - Brothers In Arms
Bueno, bueno, se acabó el verano, y hay que volver a la rutina. Una característica de esta rutina implica escribir en "Atalaya Cultural", así que...
Siguiendo con la lista de perlas que me llevaría a una isla desierta propuesta por nuestro querido amigo, me gustaría añadir un elemento musical más a esta lista. La escuché hace un tiempo, mientras íbamos a Torreciudad, (tierra mágica) a un pueblo cercano. Una época: los 80; un hombre: Mark Knopfler; un título: Brothers in Arms. La guitarra eléctrica distorsionada que introduce la canción con un solo que parece como que desafía a que alguien contradiga la letra de esta canción:
"A través de estos campos de destrucción,
y bautismos de fuego.
Yo he atestiguado vuestro sufrimiento
y el como la batalla fue más cruenta."
Y prosigue, el que posiblemente es el mejor guitarrista del planeta, con frases parecidas, en el que, cuando conoces la letra, te das cuenta de que es un canto contra la guerra. Y aún sin escuchar la letra parece lo que es. La voz cansada y tranquila de Mark Knopfler, con de fondo el órgano de Dire Straits, se conjuga con los solos melancólicos, entre tristes, cansados e indignados, como aleccionadores, que contribuyen en gran parte a recargar musicalmente la pieza y a proporcionarle énfasis al cantante. Pero, Mark Knopfler no se queda en la crítica, también avanza en la misma letra hacia la reflexión filosófica:
"Hay tantos mundos y tan diversos,
muchos soles todos diferentes,
y tan solo tenemos un mundo,
pero cada uno vivimos en uno diferente."
En general, ataca a la individualidad de las personas, al egoísmo de las mismas, que es probablemente la causa de tantas guerras. Recuerda a todo el mundo que somos hermanos, que cuando dos naciones hacen guerra (¿hay alguna en la historia que no la haya hecho?) lleva a miles de hermanos a luchar entre sí, a permanecer lejos de su tierra, a la que nombra en la primera estrofa de la canción (Escocia, para Knopfler).
Y termina, proclamando la propia muerte, aduciendo al destino de cada persona, tan ligado con lo eterno, y calificando alos que hacen la guerra:
"Ahora el sol se ha ido al infierno,
y la luna viaja ya demasiado alto,
dejenme despedirme;
cada hombre tiene que morir
que así está escrito en la luz de las estrellas
y en cada línea de la palma de vuestras manos.
Somos tontos por hacer la guerra,
contra nuestros hermanos en armas."
Finalmente, se despide la guitarra, eterna compañera de Dire Straits y de Knopfler, con un solo que, practicamente, resume la canción. Una pieza magistral, sin ningún lugar a dudas. Esta me la llevaba a una isla desierta de cabeza.
Volvemos...
Chopin - Nocturno nº 2 Op. 9

Bob Dylan
Bueno, me dijo el escritor del anterior comentario que me animase y contribuyese a su serie de ‘’perlas’’. Y, como él mismo hizo ( tenemos este gusto en común) esta ‘’perla’’ es una obra musical. Ya que Wilson no se adentró en la gran familia de la música rock, me decido a hacerlo yo. Una época: el siglo XX. Un hombre: Bob Dylan. Un título: Blowing in the wind.
No elijo esta obra por su complejidad musical o artística, ni por sus características estéticas o por cualquier otra característica. La elijo por su letra.
Como solía hacer, el gran mago de las palabras, el poeta atormentado, el genio rebelde y extraordinario del (entonces joven) Dylan da la vuelta al mundo con estas palabras:
‘’¿Cuántos caminos ha de caminar un hombre, antes de que lo llamen hombre?’’
Y durante los tres minutos escasos de esta canción, Dylan deja en el aire nueve preguntas y solo una conclusión: ‘’la respuesta amigo mío, está flotando en el viento’’. Al más puro estilo de la canción-protesta, ‘’enunciamos el problema, pero no la solución’’.
No conozco canción que arremeta tan duro contra los problemas mundiales, ni contra los dirigentes políticos que los provocan. En tres minutos, la voz cascada y la guitarra acústica de Dylan condenan la esclavitud, el terrorismo, el homicidio, el hambre, la indiferencia, la explotación y la guerra de una forma tan directa que no sorprende que su harmónica se pasease por los cinco continentes durante meses seguidos.
Y, si salimos de la canción, y nos dirigimos al artista, nos daremos cuenta de que Dylan dispara un dardo envenenado a las conciencias de todos los hombres que, en palabras de la misma canción ‘’fingen que simplemente no ven’’.
Y, en el mundo, hasta entonces, nunca nadie había protestado tan contundentemente.
ARCANGELO CORELLI
Son apenas dos minutos, pero nos abren la puerta de lo eterno. Sinceramente pienso que esta obra condena la esencia de la belleza entendida desde la perspectiva del barroco. Armonía. Luz. Equilibrio. Cadencia. Esa belleza apolínea y dorada que, a fin de cuentas, todo ser humano anhela (a veces sin saberlo).
Como comentario os diría que los violines parecen dibujar una arquitectura delicada y solemne al mismo tiempo, quizá lo más parecido al boceto de un templo griego. Pero no se queda ahí. Además de formas bellas, de acordes armónicos y de una melodía casi divina, consigue llegar como una lanza al fondo del corazón: conmueve.
Un consejo: atención a la última parte del movimiento. Es como el final de una vida lograda y heroica. Aparece de modo epifánico y deslumbrador. Asistimos a un diálogo de violines que se repiten y entremezclan, ascendiendo unos a otros hasta culminar en un acorde sencillamente magistral.
Una breve historia. En los años que viví en Roma, una mañana de abril soleada y diáfana, hice un maravilloso descubrimiento. Paseando por una de las plazas más hermosas de la ciudad, entré en el Pantheon. Allí me dirigí a la tumba del divino Rafael, y me conmoví al traducir su epitafio: "Aquí yace Rafael. Mientras él vivió, la Naturaleza temió ser vencida, ahora que está muerto, ella teme morir” ("Ille. Hic. Est. Raphael timuit quo sospite Vinci, rerum magna parens, et moriente, mori"). A unos pocos pasos, el descubrimiento que os decía: la tumba de Arcangelo Corelli. Sonaron en mi interior los acordes del adagio y pensé que la naturaleza también temió entonces ser vencida.
Wilson
el tercio de los sueños
Qué me llevaría a una isla... una toalla y gafas de buceo.
La verdad es que lo que propone Wilson no tiene fácil solución. Efectivamente. A Calamaro no me lo llevaría, pero como quiero haceros partícipe de su música os dejo con esta canción... más adelante pensaré en la obra maestra.
Tengo que decir que he pasado un rato para seleccionar una sola. Hay tantas y tan buenas. Finalmente para zanjar el asunto me decido por "El tercio de los sueños". Canción que habla de lo cotidiano, de un suceso... canción que se va construyendo se va desarrollando al paso, una cosa tras otra. Para cambiar de tercio os dejo este link.
El faro de Suecia

Soporte: Cartón
Material empleado: Óleo
Título: El faro de Suecia
Sobre el cuadro: Este fue mi último óleo, pues se me acabó, y ahora estoy pintando mi primer acrílico, que no tiene nada que ver... ¡Hecho tanto de menos el óleo!, pero bueno, así es la vida... goodbye óleo, hasta los reyes del año que viene (si baltasar quiere).
¿Qué te llevarías a una isla desierta?
Confieso que esta mañana, mientras me cepillaba los dientes, la duda devastaba por completo mi alma. Si me pidieran diez libros, ¿cuáles escogería? Sé que gran parte de la duda estriba no tanto en la dolorosa elección de condenar un trozo de belleza a la oscuridad de la no-existencia, sino en que, de un modo público y notorio estaría confesando la textura de mi alma. Me explico. Revelar por orden los libros que salvaría de una hecatombe mundial es algo así como fotografiar mi interioridad y subir las fotos en Internet. No hay nada más práctico para conocer una persona que visitar su pequeña biblioteca personal.
Sin embargo, otro problema aflora a la hora de confesar públicamente el ranking de mi personal sensibilidad artística. Y el problema es el siguiente: ¿Cómo no voy a poner entre los elegidos “La Odisea” o la 9ª sinfonía de Beethoven? Sería un insulto para la crítica. Y quizá lo sea, porque Homero es uno de los grandes y La Novena contiene el dorado vértice de la riqueza inconmensurable de otro genio. Es cierto, lo acepto. Borges decía que “todos somos griegos”. Y es verdad. Pero, ¿y si Homero no estuviera entre mis diez elegidos? ¿Tendría el valor y la honestidad de decirlo públicamente? ¿Sería capaz de decir que antes me llevaría a Dumas o a Bécquer? Sinceramente, no lo sé. Creo que no. En todo caso, estoy seguro de que no me iría a una isla desierta sin el Born to run de Springsteen.
En fin, así es la vida. Hasta que no te tiras al agua, no sabes si está fría.
¿Y la lista? Sigue en el aire, como dice Dylan. De momento se me ocurre proponer una idea que nos pueda servir como trampolín para llegar a la solución del enunciado. Es la siguiente: en vez de enunciar un elenco de las diez obras imprescindibles e imborrables, simplemente proponer una obra que se considere de un valor tal que baste para redimirla de la quema del olvido.
Pienso que defender una obra artística (la que sea) puede ser un buen ejercicio para descubrir trozos de humanidad que cada uno alimenta silenciosamente en el alma. Un ejercicio que puede dar luz a otras almas, abiertas -sin saberlo- a la belleza.
En la siguiente entrega defenderé una obra que nunca permitiría que el silencio borrara su rostro. ¿Y tú, qué defenderías del olvido?
Wilson
Ojalá
Aprende, como aprender a cantar.
El Palatino

La gran ciudad.
En definitiva diríase que es el cerebro incansable de la nación donde se amontonan sus ideas, recuerdos, pensamientos etc. Tantas cosas son, las que hacen de Madrid una ciudad única.
Relato corto (COLABORACIÓN)
-Buenas noches, ¿es usted el señor Kevin Smith, nacido el 13 de octubre de 1974?
-Ssssssí.
-Bien, aquí tiene. Firme con sangre en el recuadro de abajo.
-….
-Y bien, ¿a qué espera...?, dijo el misterioso hombre de la gabardina.
- No sé, es la primera vez que vendo mi alma al diablo y… la verdad, me esperaba otra cosa.
-¿Ah Si? dijo con voz cansada mientras se situaba bien las gafas con el índice y lo miraba fijamente con sus ojos saltones.
-Pero vamos a ver, dijo el sr. Smith, ¿¡es usted de verdad el… Demonio, Satán, Belcebú, Lucifer, el gran Espíritu Maligno de todos los tiempos!!?
Nuestro pequeño hombre-barrilete se quitó la gabardina, puso la maleta encima de la mesa, la abrió y sacó unos cuernos de plástico que se instaló en la cabeza con una goma elástica por debajo de la barbilla que hacía más ostensible su papada. Se subió al taburete y dijo, mirando al techo: ¿Qué tal ahora?
-No se lo tome a mal –dijo el sr. Smith-, pero la verdad es que no acaba de imponer mucho (hay que decir que parecía el hombre-bala de un circo americano antes de salir volando por los aires. Sólo faltaba que se hubiera dejado la bragueta abierta…)
-Mire, dijo el pequeño diablo, yo tengo muchas almas a las que visitar, así que ¿quiere o no quiere?
Después de unos segundos de silencio, el Sr. Smith dijo:
-Está bien, está bien… ¿Dónde era la firma?
Al momento una luz perversa se iluminó en las pupilas del hombre-bala y con un movimiento rápido le pinchó el dedo pulgar y extrajo la gota que sellaba un pacto eterno y tenebroso. De repente, la cara del sr. Smith se transformó en una terrible mueca. El pequeño hombre bajo y gordinflón se había transformado en un ser horrendo y abominable. Sus ojos parecían los de una serpiente y sus dedos se habían transformado en poderosas garras.
Mientras se iba, el demonio le dijo con voz grave y burlona: Sr. Smith, Sr. Smith… es una pena que mientras decía todos los apelativos que la historia me ha conferido (Satán, Lucifer, Belcebú…), se olvidara de uno muy importante: “Padre de la mentira...”. Buenas y largas noches Sr. Smith…
Homenaje

Elegía a Ramón Sijé - Miguel Hernández
(En Orihuela, su pueblo y el mío,
se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería).
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolasy órganos
mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
(El rayo que no cesa)
Ropa colgando
Tengo que reconocer que a este cuadro le he dedicado más tiempo del habitual, incluso he esperado a que secaran las distintas capas. Lo empecé un lunes de pascua, continué el viernes y lo terminé al sábado siguiente.
De este cuadro destacaría tres zonas: el cielo, más o menos impresionista; las casas, como bloques de lacasitos, y la montañita con árboles.
El cuadro, como todo, se va haciendo y las inspiraciones salen sobre la marcha e incluso puede que las descubras a posteriori... es el caso de este cuadro en el que descubrí la inspiración de un tal Sally Colman, un pintor Inglés no demasiado conocido..., hay un eco lejano, un no se que, que creo yo sólo puedo ver.
Una partida de ajedrez.

Una partida de ajedrez, eso parece la vida…
Sufrimiento ante la inseguridad de no saber. Cálculos, esperanzas para lograr una jugada maestra que atenace al enemigo, lo acorrale…. Y poder decir tras el movimiento, sudorosas las manos, la respiración contenida…” ¡Jaque mate; eres mío! “
Ahora sí, hermano, la partida es mía, no hay escapatoria posible, todas las casillas están cubiertas, ¡HE VENCIDO!
…Al fin lo he decidido. Hoy, 29 de octubre de 2009, decido abiertamente ejecutar mi jugada final, y en ella he de ganar a la vida lo que la vida me ha negado tantas veces. El triunfo.
Ya he empezado yo a conocerla… En el fondo es poco original… -La vida, digo-.
Que se prepare. El mundo. Que se prepare.
El teclado
Creación artes plásticas

Lugar: Carlet.
Fecha: 1 de mayo de 2007
Música
Yann Tiersen
Good Bye Lenin!
Para viajar muy lejos.
Esta canción me despierta cada mañana... Es una buena manera de empezar el día.
Juan Pablo García.
Temas relacionados:
Como aprender a cantar.
Microrrelato

Lo he tenido que hacer. No hay lugar a dudas. Cualquier científico de poca monta puede explicar empíricamente que a toda acción le sigue una reacción en cadena imparable. Nada hubiera ocurrido sin un motor que pusiera en marcha la máquina. Si no hay empuje no hay movimiento. Pero ahí está la cosa, que una vez accionado ya no se puede detener.
De niño me enseñaron que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.
Pues bien, he ahí la transformación de una energía que yo no he creado y, sin embargo, alguien me ha aplicado. ¿Qué podía hacer yo contra las leyes de la naturaleza? No soy más que una víctima del cientificismo que nos rodea.
Me miran. En sus ojos puedo leer muchas cosas... Miedo. Sobre todo miedo y algo parecido a una carcajada. Solo una. Tal vez rota y metálica como el sonido de una campana vieja.
Lo he tenido que hacer, todos lo saben. En un vaso caben muchas gotas, pero no infinitas. Por muy pequeñas que sean siempre hay una, eso es indudable, que es la última. Y la siguiente ya no. La siguiente hace derramarse el agua. ¡Pero si sólo es una gota!¡Una gota minúscula...! Sí, es cierto, pero no es la última. La última era justo la anterior.
No entiendo por tanto esas caras.
Le advertí que no lo hiciera. Se lo advertí varias veces. No me contenté con una, no. Lo dije dos, tres veces..., bien alto para que todos se enteraran. Pero no. Él lo hizo. ¡Vaya si lo hizo!
Y ahí está ahora.
En el suelo.
El cuerpo.
Sin vida ya.
De Antonio.
La sangre es de lo más escandalosa. Habrá que limpiarla cuanto antes.
Creo que la próxima vez que ponga un examen no harán preguntas estúpidas.
Microrrelato
Arrancaba la mañana anaranjada. Japalán marchaba a la barraca a trabajar. Ana andaba cansada a la par, mas paraban para lanzar manzanas a las cabras blancas manchadas. Lanzaban la carga a las patas. Las cabras balaban mansas, mas pastaban tras la lanzada. Nada pasaba. A más ganas, Japalán más dañaba, hasta alpargatas lanzaba. Ana pasaba a las naranjas.
A las xaldas arrancaban las caras al clavar las armas.
Las cabras saltaban para matar a Japalán, mas la alambrada las paraba, atrapadas, balaban hasta gastar las gargantas. Tras cavar, la valla acababa arrasada, ¡”vaya cagada”! aclama Japalán. Ana salta a la rama más alta para acabar sana, mas a Japalán alcanzan las cabras la panza. Tras ganar la batalla campal las cabras, Ana bajaba para amparar a Japalán, tras la parada, van a la barraca a trabajar.
Creación artes plásticas
Análisis
Una de dos; o nos estamos convirtiendo en piedras, o cada vez entendemos menos del amor humano.
El otro día oí que, en un concurso que imitaba el Parlamento europeo, jóvenes de 16 y 17 años discutían y proponían leyes acerca de la eutanasia voluntaria. El escalofriante dato de la aplastante votación a favor de la muerte me dejó patidifuso.
Bajo el últimamente todopoderoso grito de ¡libertad!, y llenos de una curiosa “humanidad”, nuestros jóvenes intelectuales sentenciaron a muerte, (una muerte digna, eso sí, con música clásica de fondo, para que no se diga), a los pobre infelices que, viendo apagarse la vitalidad de otros tiempos y rotos por el dolor, no se les ocurre otra cosa que pedir el finiquito para abandonar este mundo “de mierda”, (así lo suelen apellidar, sin perdón).
No sé…, quizá podemos plantearnos, como decía un médico que de estas cosas entiende bastante, que cuando un moribundo pide que le manden al otro barrio, en realidad lo que está pidiendo es que le quieran.
Quizá podemos pensar que no se equivocaba Gabriel Marcel cuando escribía aquello de que “Amar a una persona es decirle: tú no morirás”.[1]
¿Y si en lugar de pensar la manera de facilitarles el pasaporte nos propusiéramos de verdad el modo de conseguir que vuelvan a querer vivir?
No me creo que una persona que se sabe querida quiera morirse: “Sí, ya sé que me queréis un montón… yo también os quiero una barbaridad… pero os jodéis, me muero.”
Hay gran diferencia en decirle a una persona “¡Qué maravilla que seas así!”(así de inteligente, de disfrutable, de capaz o de hábil), que decirle “¡Qué maravilloso es que tú existas, que estés sobre el mundo!”[2]
Da risa pensar en alguien que le dice a un moribundo: “te amo con locura; apruebo que tú existas y lo encuentro maravilloso…, por eso voy a desconectarte y aliviarte de este dolor… ¡PARA SIEMPRE!”
Sinceramente,- y lleno de comprensión hacia los que agotan sus días en las camas de los hospitales- pienso que sería un fracaso personal que mi mejor amigo quisiera morirse… ¡al muy cabrón lo estrangulaba!
[1] Géminis des sins (Misterio del ser), Viena, 1952, pag 472
[2] Cfr. Josef Pieper. El amor. Rialp. Madrid, 1972. pag 50