Recientemente, investigaciones han desmentido la teoría asombrosa de influencia que la música clásica, en especial la de Mozart, podría tener en el desarrollo cognitivo de los infantes y no natos, pero, ¿cuales son los reales efectos en mente y cuerpo, de escuchar música clásica?.
Un estudio científico realizado por la universidad de Viena, ha revelado que la teoría según la cual la música de Mozart desarrolla la capacidad de proyección espacial y el intelecto infantil, fue indemostrable en varios sujetos de prueba. Este estudio cuestiona la tesis de la sicóloga estadounidense Frances Rauscher, quien a principios de la década de los noventas, afirmara que la música del genio de Salzburgo desarrollaba notablemente el intelecto de los niños a quienes se les hacía escuchar, incluso en estado intrauterino, las composiciones de Mozart.
Sin embargo, muchos estudiosos de los efectos de la música en el cuerpo y la mente, afirman que inexplicablemente la de Mozart, tiene afectos de beneficio considerable, sobre el sistema nervioso y los procesos cerebrales. Siendo la danza y la melodía, incluso anteriores al lenguaje humano, la música tendría un efecto tangible en los estados y procesos biológicos. Al interior del oído, los cilios, unos diminutos vellos que reaccionan ante frecuencias altas, explicarían la tesis de que los humanos al principio se comunicaban por medio de tonos o melodías.
Aparentemente, la música llena de armonías y tonos justos, salida de la pluma maestra del genio de Salzburgo, estimularía los hemisferios cerebrales encargados de las proyecciones espaciales y de los procesos lógicos, estimulando la creatividad así como la concentración.
Acústicamente, los sonidos son estructuras de resonancia definida, que al hacer vibrar un cuerpo cualquiera, como por ejemplo el órgano de la audición, logran producir un estimulo. En el cuerpo, los tonos, ritmos, armonías y melodías, producirían estados de calma, excitación o relajación evidentes. Esto no quiere decir que altere o mejore el desarrollo de un determinado órgano como el cerebro. A diferencia de otros sentidos, el oído permanece latente aun en estados de inconsciencia o duermevela, tales como la anestesia, respondiendo así ante los estímulos externos de forma involuntaria.
Los ritmos de las composiciones de Mozart, tendrían el punto justo para afectar beneficiosamente el metabolismo del cuerpo. Teniendo un equilibrio perfecto en su tiempo, consiguen poner en un estado de relajación todo el cuerpo, sanándole mucho mejor que una sesión de acupuntura, una terapia floral o un té de hierbas pudieran hacerlo.
En un hospital de Baltimore, Estados Unidos, las sesiones regulares de escucha de Mozart por media hora, llegan a tener incluso «el mismo efecto que se logra con diez miligramos de un calmante como Valium», asegura un doctor de la institución.
Un estudio científico realizado por la universidad de Viena, ha revelado que la teoría según la cual la música de Mozart desarrolla la capacidad de proyección espacial y el intelecto infantil, fue indemostrable en varios sujetos de prueba. Este estudio cuestiona la tesis de la sicóloga estadounidense Frances Rauscher, quien a principios de la década de los noventas, afirmara que la música del genio de Salzburgo desarrollaba notablemente el intelecto de los niños a quienes se les hacía escuchar, incluso en estado intrauterino, las composiciones de Mozart.
Sin embargo, muchos estudiosos de los efectos de la música en el cuerpo y la mente, afirman que inexplicablemente la de Mozart, tiene afectos de beneficio considerable, sobre el sistema nervioso y los procesos cerebrales. Siendo la danza y la melodía, incluso anteriores al lenguaje humano, la música tendría un efecto tangible en los estados y procesos biológicos. Al interior del oído, los cilios, unos diminutos vellos que reaccionan ante frecuencias altas, explicarían la tesis de que los humanos al principio se comunicaban por medio de tonos o melodías.
Aparentemente, la música llena de armonías y tonos justos, salida de la pluma maestra del genio de Salzburgo, estimularía los hemisferios cerebrales encargados de las proyecciones espaciales y de los procesos lógicos, estimulando la creatividad así como la concentración.
Acústicamente, los sonidos son estructuras de resonancia definida, que al hacer vibrar un cuerpo cualquiera, como por ejemplo el órgano de la audición, logran producir un estimulo. En el cuerpo, los tonos, ritmos, armonías y melodías, producirían estados de calma, excitación o relajación evidentes. Esto no quiere decir que altere o mejore el desarrollo de un determinado órgano como el cerebro. A diferencia de otros sentidos, el oído permanece latente aun en estados de inconsciencia o duermevela, tales como la anestesia, respondiendo así ante los estímulos externos de forma involuntaria.
Los ritmos de las composiciones de Mozart, tendrían el punto justo para afectar beneficiosamente el metabolismo del cuerpo. Teniendo un equilibrio perfecto en su tiempo, consiguen poner en un estado de relajación todo el cuerpo, sanándole mucho mejor que una sesión de acupuntura, una terapia floral o un té de hierbas pudieran hacerlo.
En un hospital de Baltimore, Estados Unidos, las sesiones regulares de escucha de Mozart por media hora, llegan a tener incluso «el mismo efecto que se logra con diez miligramos de un calmante como Valium», asegura un doctor de la institución.
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