Don Quijote y Dulcinea del Toboso


Dentro de la literatura, las historias de amor se han dado en diferentes formas: el amor trágico de Romeo y Julieta; el caballeresco y abnegado de Tristán e Isolda, etc. Pero quizá uno de los más particulares sea el del personaje de Miguel de Cervantes, Don Quijote de La Mancha o Alonso Quijano, por Dulcinea del Toboso. Con su libro, Don Quijote, publicado en 1605, Miguel de Cervantes pretendía hacer una crítica de las novelas de caballerías, que eran mal vistas por ser literatura fácil y vacía. Sin embargo, en el episodio en el que el caballero andante Alonso Quijano ―que ha cambiado en su delirio su nombre por Don Quijote de La Mancha―, ve por vez primera a Dulcinea, como la llama el personaje para diferenciarla de Aldonza Lorenzo, la simple porquera de la comarca que habita Don Quijote, quien queda de inmediato prendado por su “belleza”.

Según la historia, don Alonso Quijano ha enloquecido por leer novelas de caballería, en las que el principal motor de la acción del héroe es justamente el amor por su amada. Según Don Quijote: “No puede ser que haya caballero andante sin su dama, porque esto es tan propio y natural a tales, como al cielo son las estrellas…”

Don Quijote y Dulcinea

El amor idealizado por una mujer, que la mayor parte de los mortales ven como “otra” más, es una de las grandes moralejas de esta hermosa historia escrita por Cervantes. De acuerdo a su lógica, que no difiere de la de cualquier persona que se enamora de otra, Dulcinea del Toboso, ese amor platónico es “la más bella mujer que haya vivido nunca sobre la tierra”. El amor que despierta esta humilde pastora, a la que Don Quijote y sus magnificas hazañas le tienen sin cuidado, es el aliciente de este noble personaje que la ve con ojos puros, anhelando ser correspondido por la muchacha.
¿Quién no se ha sentido alguna vez como Don Quijote, rechazado por una persona que para el resto pasa desapercibida? ¿No es frustrante sentir que uno quiera a alguien que no puede alcanzar y que cualquier cosa que hagamos no será suficiente para hacerle sentir lo mismo que sentimos por ella? Esta es una de las metáforas sobre el amor, que este gran escritor nos ha dejado en su gran novela.

Carta de Don Quijote a Dulcinea:

“Soberana y alta señora:

 El herido de punta de ausencia, y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que además de ser fuerte es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo. Si gustares de socorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo.

Tuyo hasta la muerte, El caballero de la triste figura”

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