Supongo que este año, he redescubierto la música clásica. La gran variedad de obras que se incluyen en este campo me aturden, no puedes esperar conocerlas todas, simplemente disfrutarlas a su paso, como los segundos, y los minutos. El poder del piano destaca entre todas ellas, tiene un sonido que bien puede ser como las olas del mar bañando la orilla, o los truenos de una cruel tormenta, es el señor de todos ellos (los instrumentos). Lo cierto es que me encanta, y me dice lo que nadie puede decirme.
.

.
La obra de cuatro minutos y medio, empieza narrando una tragedia (Beauty of Tragedies, hablaremos), algo que empezó como una joven primavera, y que tal vez fue marchitada por un algo inevitable, lo que ocurrió es que los efectos permanecieron para siempre, convirtiéndola en inolvidable. Hay algo de amor, pasión, incomprensión y un ápice de locura. Habla en un idioma desconocido, pero que misteriosamente se comprende como el llanto de la desilusión. La música te pide que te dejes llevar, y tú la sigues obnubilado, quieres saber que ocurre con la historia, la tragedia; sin embargo no se altera ante lo inexorable y singue tranquila su curso como un riachuelo de tierras lejanas, que llega hasta el infinito...
.
Simplemente me encanta, me dice demasiado como para despreciarla:
Comentarios
Publicar un comentario