De la misma forma que cualquier otra droga, la pornografía genera una fuerte dependencia. Es decir, que la persona genera la necesidad de consumirla como parte de su vida. De hecho, el no consumirla puede provocar en el sujeto cierto malestar en forma de ansiedad, cambios de humor, insomnio, pensamientos de tristeza, de impotencia o de pánico entre otros. Todo esto son trucos que tiene el cerebro para empujarnos a consumir de nuevamente. Lo que debemos tener claro es que es necesario pasar por esta fase para poder dejar la ansiedad.
La otra consecuencia se llama tolerancia. Esto quiere decir, que imágenes que en un inicio eran suficientes para alcanzar cierto grado de excitación sexual ya no son suficiente. Por ello, el sujeto adicto necesita cada vez una mayor cantidad de horas. Así como una mayor cantidad de tiempo.
El consumo puede provocar en muchos casos la disfunción eréctil puesto que un desnudo ya no es suficiente para lograr excitarse.
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